Viviendo DESPACIO en Badajoz

Dos hoteles totalmente diferentes, pero una misma filosofía. Nos hemos ido a Badajoz, con el Grupo Vividespacio, para vivir una experiencia inolvidable de paz y descanso en la hospedería del Convento de la Parra y el hotel Conde de la Corte.

La historia de este antiguo convento en La Parra data de 1963, ya que fue la casa de las monjas de la Orden de Santa Clara durante muchos años. Actualmente es un remanso de paz y tranquilidad para los que se hospedan en este hotel rural en medio de Extremadura. Tras cada puerta se esconde un rincón con encanto: el patio interior, las camas, la biblioteca, la piscina, el comedor y las 21 románticas habitaciones. Pasear de un lado a otro, viviendo despacio, con el reflejo de los rayos de sol en las paredes blancas que lleva paz interior a tu cuerpo y mente.

«A través de la decoración minimalista queríamos provocar una sensación de encuentro contigo mismo. Por eso los dormitorios no cuentan con televisión ni ningún tipo de tecnología, con el fin de que los huéspedes escuchen los sonidos de la naturaleza, y es que a veces andamos ajetreados y simplemente hay que parar para vivir más despacio», nos cuenta la encargada del hotel. Después de pasear por todos sus rincones mágicos, vamos a la piscina donde aprovechamos los últimos rayos de sol. Por la noche, el patio interior es increíble, con una fuente y se escucha como corre el agua. Por la tarde pasamos horas en la biblioteca, todo blanco y con chimenea, se convierte en nuestro rincón de sosiego ideal.

Aún nos queda otra noche, ahora nos vamos al centro de Zafra, al Palacio Conde de la Corte, la antigua residencia de Don Agustín Mendoza y Montero. «Hemos querido conservar el palacio como estaba. Los cuadros y la decoración hace referencia a la ganadería de Don Agustín y al mundo taurino, es como un paseo por la historia», nos cuentan. Cada suite guarda el estilo clásico señorial de la época: techos altos, cortinas de flores, lámpara antiguas… Nuestra habitación tiene incluso el techo pintado con una enredadera y baño con jacuzzi. Nos sentimos como príncipes, es una experiencia única.

Por la tarde pasamos un rato en la piscina exterior y paseamos por el jardín, es un oasis de tranquilidad. Reponemos fuerzas para irnos a visitar los puntos más emblemáticos de la ciudad, como la entrada al Alcázar, la Puerta de Jerez y la Plaza Grande. «La cena será en la Barbacana, es un restaurante en el centro de la ciudad que pertenece a nuestro hotel. Seguro que os encantará». Allí disfrutamos de una bonita velada deleitando los productos autóctonos extremeños. Después de dormir mejor que nunca en la suite principal, tomamos un rico almuerzo en el patio con mucha calma, siguiendo la filosofía de vivir despacio.

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